viernes, junio 24, 2005

Fase 07 - De la Primera Visita al Lugar

El chico en frente de Vincent parecía despreocupado. Con la mirada fija en la lista de ingredientes impresa en la lata de Acid, alternaba sorbos de la bebida con caladas del cigarro. Parecía esperar tranquilamente una reacción por parte de su interlocutor. Sin levantar la vista de la lata, comenzó a murmurar.

-Acid. Bebida energética. Preparado para mejorar el rendimiento en momentos de esfuerzo mental y físico. Ingredientes: agua, sacarosa, glucosa, riboflavina, cafeína, taurina…- se interrumpió para dirigirse a Vincent. -¿Sabías que hay gente que se cree que la taurina proviene del semen de toro? Me pregunto de donde sacarán semejantes estupideces.- volvió a bajar la mirada, mientras movía los labios, leyendo en silencio.
-¿Cuántos años tienes, Gem?- preguntó Vincent de pronto. El chico levantó la cabeza.
-Quince años. ¿Cuántos tienes tú? Cuarenta. Sólo preguntaba por parecer educado. Ella me discutía tu fecha de nacimiento. Diez de enero, decía. Y yo le decía que el once. ¿Y bien? ¿Cuándo es tu cumpleaños, Hombre?

-Tú ganas. ¿Qué sabes de mí? ¿Qué es lo que quieres? ¿Y a quién te refieres con ‘ella’?
-Sé bastante más de lo que te imaginas. Ya has visto que sé quien eres y lo que hiciste hace veinticinco años. Pero también sé a quién buscas, y por qué. Y creo que en eso podemos ayudarte. Aunque me temo que, en realidad, va a ser difícil.- CoolDive apuró el último trago de su bebida y aplastó el cigarro contra el cenicero. –La Unión Digital está detrás de ti, como supondrás. Ellos lo quieren tanto o más que tú, pero llevan veinticinco años buscándolo y aún no tienen ni una mísera pista. Por eso ahora te persiguen. Creen que si siguen todos tus movimientos, tarde o temprano les conducirás hasta eso. ¿Y bien? ¿Qué hiciste con ello? ¿Dónde lo guardas?
-No tengo ni la más mínima idea de a qué te refieres-. Vincent se estaba hartando de aquella conversación, pero el chico no parecía tener el menor interés en marcharse.
-Sabes perfectamente de qué estoy hablando, Hombre. Del archivo ejecutable del Necronomicón. De la copia. No eres tonto, yo tampoco, y ellos menos que nadie. Todos sabemos que hiciste una copia de seguridad del virus, y que la guardaste en un lugar seguro. Nunca se ha encontrado. Nadie sabe nada del Necro, y hacerse con él… bueno, imagínatelo. Si la Unión Digital ya tiene el control de la red, con una copia de tu virus en las manos se harían con el poder absoluto. Últimamente algunos países han declarado sus intenciones de separarse de la Unión De Naciones. Pero si ellos tuviesen el virus, todo estaría bien atado. Nadie abandonaría la UN sabiendo a lo que se enfrentarían en semejante situación. La Digital los tendría en un puño. Si abandonas la UN, tu red de comunicaciones vuela por los aires. Así de sencillo.

-No, no es tan sencillo. No tienes ni la más mínima idea de lo que estás hablando. Esto no va de separatistas o conspiraciones mundiales. Si quieren el archivo es por un motivo mucho más complejo, y no guarda ninguna relación con argumentos de película. De todos modos, yo no hice ninguna copia. Esa copia de la que hablas nunca existió. Me temo que habéis estado veinticinco años perdiendo el tiempo.
-¿Hemos? ¿Insinúas que yo…? Espera, no me puedo creer lo que oigo. ¿Me juego el culo entrando en tu ordenador sin que ellos se enteren para ponerme en contacto contigo y tú me vienes con que soy un espía?-. CoolDive soltó una carcajada. –De todos modos sé de algo que probablemente te refrescará la memoria. Creo que hay algo que te interesaría ver. Acompáñame y verás cómo está la situación ahora mismo. Aunque me temo que no va a gustarte, no hay otra opción. No puedes seguir engañándote a ti mismo, ni engañándonos a nosotros-. Gem se puso en pie. –Invitas tú, ¿no, Hombre?

Vincent no sabía que pensar. ¿Quién era aquél chico realmente? ¿De qué bando estaba? Sabía demasiado para ser tan joven. Parecía claro que CoolDive las tenía todas consigo, estaba demasiado seguro de sí mismo. Dudó de si todo eso podría ser una trampa, pero ¿qué tenía que perder? Llevaba los últimos veinticinco años fuera de combate. Nada importaba ya. Vincent se acercó a la barra y pidió la cuenta. Las dos consumiciones resultaron sumar doce créditos, lo que le pareció excesivo para un local de aquella clase, pero se encaminó hacia la puerta, empujando al chico con el hombro. Gem masculló algo, pero él hizo caso omiso y continuó con su camino. Una vez fuera del bar, Vincent se detuvo para encenderse un cigarrillo. CoolDive se puso delante y comenzó a caminar con velocidad. Pronto se encontraron en un cruce con una enorme avenida. Vincent dudó unos instantes y luego recordó ese lugar. Era la avenida donde se había encontrado con la chica misteriosa una semana antes. De hecho, la calle en la que estaban era la misma en la que la chica desapareció. Sintió un escalofrío al recordar la escena.

Gem continuó caminando, hasta llegar a la misma estación de metro por la que Vincent saliese al mundo hacía siete días. En silencio, bajaron una enorme cantidad de escaleras mecánicas.
-El sistema de alcantarillado de esta ciudad era un desastre. Iniciaron unas obras de remodelación hace veinte años, pero pronto descubrieron que les salía más rentable construir un sistema completamente nuevo, y claro, tuvieron que hacerlo por debajo del anterior. Entonces las nuevas obras provocaron derrumbamientos en algunos de los túneles del antiguo metro, así que aprovecharon los nuevos agujeros para hacer una nueva red de transportes más por debajo aún. Cuando bajemos este último tramo de escaleras, estaremos a unos ciento veinte metros bajo tierra. Se dice que hay gente viviendo en el viejo metro y las viejas alcantarillas, pero yo creo que eso son bobadas. Los oscuros no existen. Claro que cuando caminas de noche por la calle y de pronto oyes gemidos que provienen de las viejas alcantarillas, te replanteas cuantas de las leyendas urbanas que te han contado son ciertas. Como la del semen de toro.
-Supongo que tengo que fingir interés.
-Lo siento, Hombre, no pretendía romper este ambiente tan encantador.
Llegaron al andén, y antes de que pudieran sentarse, escucharon un eco lejano que indicaba la proximidad de un tren.
-Es el nuestro. Este andén sólo tiene una dirección. El otro está aún más por debajo. No se a qué se debe, pero a esta profundidad resulta más sencillo construir los túneles unos debajo de otros y no en horizontal. Ya está aquí.

Montaron en el último vagón, que estaba completamente vacío. Por lo que Vincent pudo ver, no parecía haber nadie en todo el tren. Miró a su reloj: eran las seis menos veinte de la tarde. Durante la última semana, había notado que la ciudad permanecía inexplicablemente tranquila a esas horas de la tarde, sólo Dios sabía por qué. Un silencio espectral se adueñaba de todas y cada una de las calles de la ciudad, y, al parecer, bajo tierra ocurría lo mismo. Cinco paradas después, Gem se puso en pie y se dirigió a la puerta del vagón. Vincent le siguió sin articular una sola palabra. El tren les dejó en una estación oscura y siniestra. Un nuevo escalofrío recorrió su espalda. La ropa sucia se amontonaba sobre los bancos y las papeleras desbordaban basura. Todos paneles electrónicos de información estaban rajados, y, por supuesto, ninguno de ellos funcionaba. De las quince placas de iluminación que Vincent pudo contar, sólo dos funcionaban. Una de ellas estaba en el otro extremo del andén, y la otra, que estaba justo encima de ellos, parpadeaba de una manera terriblemente molesta. La angustia se apoderó de su cuerpo, pero entonces CoolDive se encaminó a la salida. Vincent vio sus peores temores confirmados cuando descubrió que las escaleras mecánicas tampoco funcionaban. Pero al parecer se encontraban en una zona más baja de la ciudad, y sólo dos pisos les separaban de la superficie. De pronto, la luz del sol inundó sus retinas. Parpadeó rápidamente al tiempo que intentaba reconocer el lugar en el que se encontraban.

Al principio sólo veía árboles. Se preguntó que sentido tenía una parada de metro en medio de un bosque, y entonces comenzó a vislumbrar los pequeños edificios. Cuando recuperó totalmente la vista, Vincent reconoció lo que antaño debía haber sido una bonita zona residencial, con calzadas de adoquines, fuentes en cada esquina y pequeñas casas de dos pisos con bonitos jardines cuidados hasta el más mínimo detalle. Pero ahora los matorrales habían crecido arrancando los adoquines del suelo, las fuentes estaban cubiertas de moho y la mitad de las fincas se había venido abajo. La imagen resultaba sobrecogedora y Vincent se preguntó qué habría ocurrido allí para que el lugar estuviese en un estado tan lamentable. Cuando se giró para dirigirse a Gem, vio a éste doblando la esquina más cercana, y tuvo que dar grandes zancadas para alcanzarle.

La calle por la que caminaban ahora estaba ligeramente inclinada hacia arriba y moría en unas enormes columnas de piedra que flanqueaban una gran puerta entreabierta de metal oxidado. CoolDive se introdujo ágilmente entre el espacio disponible, y Vincent le siguió. Subieron por un camino de tierra hasta llegar a lo alto de una pequeña colina cubierta por la hierba. Fue allí donde las vio. No había reparado en ellas hasta que se detuvieron, pero habían estado allí desde que salieron de la estación de metro. Dio una vuelta completa sobre sí mismo, atónito. Desde allí, la vista era sobrecogedora. Vincent y Gem se hallaban rodeados de lápidas. Lápidas por todos lados, en todas direcciones, hasta allí donde la vista alcanzaba, de todas las formas, tamaños y colores. Vio una de las fincas derruidas en una esquina. Su jardín estaba plagado de lápidas. Todo el barrio al que habían salido era un enorme cementerio.

Gem se agachó delante de una de las tumbas. Vincent miró la losa. Alguien había escrito con spray rojo las letras K U M.
-Ven, acércate, Hombre. Lee esto.
Se sentó sobre sus rodillas al tiempo que inclinaba su cabeza hacia delante para poder apreciar bien el grabado bajo la pintada. Y cuando leyó la inscripción, Vincent notó el tercer escalofrío del día. Intentó ponerse en pie, pero todo comenzó a dar vueltas y cayó de nuevo al suelo, sintiendo náuseas. El mundo se vino de pronto abajo. Se acercó gateando a una lápida cercana, y con un espasmo incontrolado, Vincent comenzó a vomitar.

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