domingo, abril 03, 2005

Fase 03 - De la Nueva Era Informática

El mundo había cambiado tanto que X era completamente incapaz de reconocerlo. Se esforzaba por no aceptarlo, por creer que en cualquier momento todo volvería a ser como antes, pero lo que X no podía entender era el hecho de que veinticinco años son veinticinco años, y duran exactamente lo mismo para una persona que para el resto del planeta. Y eso era mucho tiempo. Mientras X observaba atónito los diferentes artilugios que poblaban las estanterías de la tienda de informática, el vendedor que instantes antes le había prestado ayuda enumeraba ahora una gran cantidad de fabulosas características del aparato que sostenía en sus manos, fuese cual fuese. Y, entre tanto, no dejaba de mascar chicle, lo cual, unido a la incomprensible nueva jerga informática, le hacía a X aún más difícil el entender una sola palabra.

-Cállese.
-¿Perdón?
-Que se calle. No me estoy enterando absolutamente de nada. Y me gustaría saber lo que voy a comprar. Un cliente informado es un cliente satisfecho. Y no creo que un cliente insatisfecho vaya a volver por su tienda. Así que haga el favor de empezar de nuevo desde el principio, pero ahora quítese ese chicle de la boca, hable más despacio y permítame consultarle mis dudas. Empiece por explicarme qué carajos es esa pantalla que tiene en el escaparate.
-Oh, claro… de acuerdo… disculpe- el vendedor escupió el chicle en una papelera cercana. –Veamos, ¿se refiere a las pantallas RLD?
-Sí, supongo que me refiero a eso, porque no tengo ni idea de qué es una pantalla RLD-. X estaba empezando a ponerse de mal humor ante el comportamiento del vendedor, que no daba crédito a lo que le estaba sucediendo. ¿Cuántas veces podía entrar en la tienda un hombre adulto que no tuviese absolutamente ninguna idea sobre informática?
-Bien, partamos de la idea de que usted no sabe nada, absolutamente nada sobre informática ni nuevas tecnologías, ¿de acuerdo? ¿Estoy en lo correcto?
-Sí y no. No exactamente. Yo sabía mucho más de informática y nuevas tecnologías de lo que sabe usted ahora mismo… en mis tiempos-. El vendedor sonrió.
-Bueno, y, si no es mucha indiscreción… ¿Cuáles fueron sus tiempos?
-2015. No he visto ni tocado un ordenador desde entonces.
-Vaya… otro que se asustó con lo del Necronomicón. Pues créame, hace bien en volver a acercarse a este mundo. Han sido veinticinco años, que se dice pronto, pero ya sabe, esto es como ir en bicicleta. En el fondo, uno lo lleva siempre dentro.
-Bueno, parece que la informática sí que ha cambiado estos veinticinco años. Su analogía, en realidad, equivaldría a estar 25 años sin montar en bicicleta y luego tener que aprender a conducir un automóvil. No, creo que su ejemplo no me sirve. Volvamos a la pantalla.
-Usted manda. Vamos a ver…

»Pantalla RLD, Reflected-Light Display. Supongo que sentirá curiosidad por saber cómo funciona, ¿me equivoco? Veamos, como puede ver, la pantalla esta compuesta de tres partes bien diferenciadas. La más importante, la pantalla propiamente dicha: se trata de una fina lámina de cristal transparente, de nueve milímetros de grosor, para ser más exactos. Y en realidad no es una sola lámina, sino que se trata de dos. Las dos láminas están separadas por aproximadamente un milímetro, y entre ambas se encuentra una sustancia líquida, cuyo nombre no es relevante y, sinceramente, tampoco lo conozco.

»Las otras dos partes del monitor son, como puede ver, dos bandas de aluminio que cubren los bordes superior e inferior de la pantalla. Ambas están unidas por un delgado cable que, si se fija, podrá ver en el borde derecho del display. La banda de aluminio superior consta de un sistema de iluminación que envía la luz directamente hacia abajo, atravesando la placa de cristal. La banda de aluminio inferior está dotada de un emisor que puede sincronizarse con la pantalla. La cuestión es que el emisor puede desplazar a la vez enormes cantidades de las moléculas que componen la sustancia líquida que hay entre ambas láminas de cristal.

»Ahora llega la verdadera explicación. La idea básica es que el ordenador codifica la imagen que debe visualizarse, y ésta es analizada por la pantalla. Entonces, el emisor de la banda inferior sincroniza las moléculas que hay en el interior de la lámina de cristal. Estas moléculas se orientan en el espacio mientras, a su vez, la banda superior emite la luz. Las moléculas de la pantalla rotan sobre sí mismas, reflejando la luz emitida en distintos ángulos, generando distintos colores, y provocando así la sensación final de una imagen en color en la pantalla.

»Como comprenderá, la tecnología RLD está a años luz de las pantallas de LCD que se utilizaban en 2015. Estas pantallas no entienden de píxeles, ni les importa la cantidad de colores que se puedan mostrar: pueden mostrar cualquier color. Al tratarse de reflejos de luz a nivel molecular, nos hallamos ante una resolución de pantalla que puede ser, para entendernos, prácticamente infinita, o, al menos, muy superior a lo que el ojo humano es capaz de captar. En realidad, el emisor que dicta las posiciones de las moléculas sólo especifica una cierta cantidad de puntos en el plano de la pantalla, cuyo equivalente en resolución sería de aproximadamente, y en el peor de los casos, de 18.200x11.100 píxeles. A su lado, resoluciones estándar de los monitores LCD de su época, como 3.840x3072 píxeles, resultan francamente ridículas.

»Aun así, hay una enorme cantidad de moléculas entre cada uno de los puntos geométricos dictados por el emisor. Lo que hace la pantalla es orientar esas moléculas ‘sobrantes’ en posiciones intermedias entre los dos puntos geométricos más cercanos. Para que lo entienda, significa que los colores se ‘funden’, en lugar de tener fronteras delimitadas entre unos píxeles y otros, como ocurría con las LCD. ¿No le parece una maravilla?«

X, tras atender la explicación, no podía salir de su asombro. No podía creer aquello que acababa de escuchar y que estaba viendo con sus propios ojos. Se trataba de una broma. Eso era ciencia-ficción.

-Lo que me acaba de describir es… No puedo creerlo. Es imposible.
-Lo era, amigo. Pero ya no estamos en 2015. Esto es 2040. La informática evoluciona con rapidez, y no le importa que usted se baje del carro. Eso se llama progreso.
-Bueno, me temo que algo así será bastante caro. No creo que pueda permitírmelo. ¿No tienen otro tipo de tecnología mas… obsoleta?
-Oh, venga, esto es el estándar. No existe ningún ordenador que no use pantalla RLD. Y no, no es cara. Una pantalla como esta que ve aquí, de 19 pulgadas en formato panorámico puede costar fácilmente 700 créditos. Es una verdadera ganga.

X tuvo que calcular mentalmente. Incluso la economía había cambiado. Por lo que él recordaba, en 2015, en la economía mundial el poder se lo repartían el dólar americano, el euro y el yen japonés, con un ligero dominio de este último, recuperado tras la recesión que caracterizó la economía japonesa durante el cambio de siglo. Pero la llegada del Necronomicón supuso un duro golpe para la economía mundial, y el llamado Cambio de Orden que sucedió a escala planetaria desembocó, entre otras cosas, en la creación de una moneda única, cuya unidad, en un alarde de originalidad, fue bautizada como crédito. Por lo que X tenía entendido, el sueldo medio de un trabajador en 2040 era de aproximadamente 4.200 créditos netos al mes. Una pantalla de ordenador de 700 créditos era una inversión considerable, pero ni mucho menos prohibitiva. El vendedor no estaba tratando de tomarle el pelo, y X suspiró, agotado por el esfuerzo mental que acababa de realizar. En contra de lo que solía decirse, la generación de los informáticos estaba compuesta de ineptos con una mínima capacidad de cálculo mental.

Sin embargo, la compleja explicación del funcionamiento de una pantalla RLD despertó el voraz apetito de información tecnológica que tanto tiempo había permanecido dormido en X. Durante los siguientes noventa minutos, X escuchó atentamente todo lo que el vendedor tenía que explicarle acerca de la nueva era en la que la informática había entrado tras la llegada del Necronomicón. Tras el desastre, todos los sistemas, aparatos e incluso lenguajes informáticos se desarrollaron de nuevo, partiendo de cero, tomando leves referencias a antiguas ideas, pero, por regla general, creando una ciencia informática completamente revolucionaria y que poco o nada tenía que ver con lo que se conocía hasta 2015. Todo esto ocurrió bajo la supervisión de la Unión Digital, un conjunto de programadores, técnicos y especialistas informáticos de diversos ámbitos y de todas las partes del mundo que se organizaron espontáneamente para reparar el daño causado por el virus. Un trabajo en equipo a nivel planetario basado en ideas como el famoso código libre, pero a su vez bajo una completa supervisión anónima dedicada exclusivamente al progreso y a la prevención de una nueva catástrofe informática.

Y ahora, por fin, las piezas comenzaban a encajar. Aquello era una minúscula parte de un puzzle enorme, pero X podía comenzar a hacerse a la idea de qué había sucedido esos últimos veinticinco años. La Unión Digital. Un trabajo altruista y compenetrado a lo largo y ancho del mundo. Especialistas anónimos colaborando por el bien de la comunidad informática. Y, ante todo, un control absoluto sobre toda la red, dedicado exclusivamente al progreso y a la prevención.

Sí, claro.

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